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1 CORINTOS 1:5-8 LA IMPORTANCIA DE LA PALABRA DE DIOS



5 pues por medio de él habéis sido enriquecidos en todo, en toda palabra y en todo conocimiento,


A esto se refirió el apóstol Pablo cuando dijo en su carta a los Colosenses, capítulo 3, versículo 16: “La palabra de Cristo habite en abundancia en vosotros. Enseñaos y exhortaos unos a otros con toda sabiduría. Cantad con gracia en vuestros corazones al Señor, con salmos, himnos y canciones espirituales”.


Lo importante, con música o sin ella, es tener la Palabra de Dios en nuestros corazones. Eso no quiere decir que es necesario aprenderla toda de memoria. Lo que quiere decir es que debemos obedecer lo que ella dice. Si Cristo está en su corazón, entonces, usted le está obedeciendo, está pensando en Él. Cristo ocupa entonces su mente y su corazón. El memorizar la Biblia, no implica necesariamente guardarla en el corazón. Usted la guarda en su corazón cuando usted obedece al Señor, piensa en Él, y es enriquecido en Él. Eso es lo importante. Cuando Él se convierta en el Señor de su vida, se solucionarán muchos de sus problemas.


Precisamente de eso nos habló Pablo en esta epístola. Y ahora nos dice el apóstol aquí en los versículos 6 y 7, de este capítulo 1 de la Primera carta a los Corintios:


6 en la medida en que el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado entre vosotros, 7 de tal manera que nada os falta en ningún don mientras esperáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo;


Pablo insinuó aquí uno de los problemas que la iglesia tenía. Ellos estaban dominados por su naturaleza física y pecaminosa. Ellos se habían ocupado sólo con un don. Y Pablo, en el mismo comienzo de su carta les dijo que él no quería que se limitasen a practicar un único don, porque había muchos dones. Y Pablo quería que todos esos dones se manifestasen en la iglesia. También les dijo aquí: “mientras esperáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo”. Eso quería decir que debían estar ocupados con Él. Y ahora, el versículo 8, dice:


8 el cual también os mantendrá firmes hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo.


Ahora, aquí dice “irreprensibles” o sea, irreprochables. Esto no quiere decir perfectos, sin ninguna falta. Siempre habrá alguien que encontrará alguna falta en nosotros, sino más bien, que no debemos ser dignos o merecedores de culpa. Dice aquí: “Para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo.” Y el día del Señor Jesucristo no es solamente hoy, sino que será el día cuando Él vuelva para llevar a Su iglesia de este mundo. Pablo también hablará sobre ese tema en esta epístola.


¿Está usted preparado para encontrarse con el Señor Jesucristo? ¿Está usted en condiciones de presentarse ante Dios? Si no es así, le invitamos a dirigirse a Dios en oración, diciéndole que usted, como pecador, necesita Su amor y su misericordia, y que se acerca a Él por la fe, y por los méritos de la obra del Señor Jesucristo en la cruz a favor suyo. Por Su amor y Su gracia, Él perdonará sus pecados y le dará la vida eterna. Dios no es hoy el Juez del final de los tiempos. Hoy, Él es su Salvador y se encuentra muy cerca. Ábrale su corazón y hable con Él y Él escuchará su oración.

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