12 "Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo."
Las divisiones en aquella iglesia de Corintos estaban causadas por las diversas preferencias de los creyentes por los diferentes líderes de la congregación, con el resultado de que se formaban grupos alrededor de cada uno de ellos. En un grupo estaban los alumnos orgullosos de Pablo. En otro los admiradores de Apolo. También había otros que eran partidarios de Simón Pedro, o sea Cefas. Miremos por un momento a todos estos que han sido mencionados aquí.
Creemos que podemos decir que sabemos o conocemos más de Pablo y de Cefas que de los otros. Ahora, Pablo era un intelectual. Era brillante, valiente, pero quizás no era físicamente atractivo. Pero aquellos que amaban la Palabra de Dios, amaban a Pablo. Simón Pedro, por su parte, era un hombre fogoso, vehemente. Al principio había sido un poco débil, pero luego se convirtió en un vigoroso predicador del evangelio. Tenía un gran corazón, era sentimental. Luego tenemos a Apolo. Él era uno de los grandes predicadores de la iglesia apostólica. Él no era un apóstol y nunca recibió mucho reconocimiento. Pero era un predicador elocuente.
Todos esos hombres tenían fuertes personalidades. Pero ellos nunca provocaron divisiones. Todos luchaban juntos por la fe. Ellos procuraron guardar la unidad del Espíritu, y todos ellos exaltaron la persona de Jesucristo. Eran los miembros de la iglesia en Corinto los que estaban causando las divisiones.
Y así, aquellos pequeños grupos discutían entre sí. Así, algunos elogiaban la profundidad espiritual de Pablo, otros, la expresividad y tono evangelístico de los sermones de Pedro y otros consideraban que la elocuencia de Apolo les elevaba y hacía vibrar a las multitudes. Pero aquellos creyentes inmaduros estaban pasando por alto el hecho de que aquellos tres hombres eran siervos de Dios. De modo que, el apóstol Pablo les iba a hablar sobre este asunto. Él les iba a enseñar que la centralidad de Cristo era la respuesta para resolver las facciones y fracturas que existían en esa iglesia.
Ahora, notamos también en este versículo 12, que había un cuarto grupo; el grupo que decía “Y yo soy de Cristo.” Pero no porque le estuvieran dando a Cristo el primer lugar, sino porque se consideraban los más espirituales. Formaban un círculo cerrado, manifestaban una actitud de superioridad sectaria, y excluían a los otros creyentes.
De modo que, tenemos cuatro grupos y no había ninguna razón para que ellos existieran así. Porque vemos aun en nuestros días, que estas divisiones sólo sirven para destruir la iglesia desde adentro.
Estamos viviendo en una época en la que los principales problemas de algunas iglesias no provienen siempre del exterior, sino que son internos y están causados por los personalismos, el afán de protagonismo, el espíritu partidista y la crítica destructiva. Estos factores, junto con otros que iremos comentando explican la enérgica actitud pastoral del apóstol Pablo al escribir esta carta a los Corintios, así como su énfasis en la centralidad de Jesucristo, el Señor de la Iglesia. Somos seguidores Cristo y no debemos tomar partido por ningún predicador, escuchemos el mensaje y no al mensajero, porque son las enseñanzas de Jesús las que guían el sendero.
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